El espíritu es la vida de todo ser humano. Conforme el hombre va creciendo y madurando desde su nacimiento a través de los años, el espíritu va despertando e iluminando al alma que se va fortaleciendo. Pero si la educación del niño es deficiente, entonces los gusanos que crecen junto al alma van absorbiendo todos los nutrientes que el espíritu destina para el alma. El alma se va enfermando y oscureciendo. Entonces el espíritu, al ver que su alimento no ayuda, no le queda otra cosa que retirarse a dormir.
Esto lo hace regresando a la vesícula de donde provino y, por tanto, se vuelve inactivo.
El hombre se convierte pues en una persona puramente natural y no manifiesta ninguna actividad espiritual. Con el tiempo se vuelve también extremadamente sensual, porque se entrega a los placeres que dan los sentidos naturales del cuerpo físico.
Con esto, él se encuentra perdido, porque no sabe nada de lo que ha sucedido con su espíritu y ni de las consecuencias. Estos sucedió porque al comienzo los gusanos, que se habían apoderado de los diversos órganos del alma, habían sobornado los sentidos del individuo dándole placer para después encarcelarlo poco a poco.
Con esto pierde la posibilidad de saber, oír, ver, saborear, oler y sentir las cosas espirituales. Se trata de una “gran tribulación, la cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora (Mateo.24:12)”
El Señor nos revela misericordiosamente el camino para recuperar la espiritualidad perdida dándonos pautas muy concretas que el hombre puede seguir para alcanzar su objetivo:
1) Buscar con toda seriedad refugio en Dios.
2) Orar como lo ha enseñado el Señor.
3) Ayunar (abandonar toda actividad pecaminosa).
4) Leer las sagradas escrituras.
5) Repetir todo lo anterior tantas veces como sea necesario para obtener un fuerte anhelo de ser liberado de esta tribulación.
Cuando el hombre experimenta dentro de sí una enorme cantidad de dudas oscuras es porque ha tomado la solución en serio. Y el Señor empieza a actuar desde el exterior con las acciones de la Redención que son las siguientes:
1) El hombre recibe Cruz y Sufrimiento. Esto es así debido a la sabia misericordia del Señor.
2) El mundo y sus alegrías se van volviendo cada vez más amargas y se va sintiendo paulatinamente más repugnancia.
3) Hasta que llega el momento en donde el hombre empieza a anhelar la liberación de la vida de sufrimiento.
• Esta acción del Señor elimina la alimentación de los gusanos anidados en el alma. (La alimentación se realiza mediante el mundo exterior que es altamente pecaminoso.)
• Los gusanos sin alimento se van debilitando y secando casi por completo.
• Los gusanos pasan a un estado de inconsciencia.
• El Amor misericordioso de Jesús empieza a fluir en los órganos enfermos del cuerpo y del alma y los ilumina.
• Con esto el alma puede ver dentro de sí la gran cantidad de gusanos pecaminosos (= la voz de la conciencia que advierte de los peligros).
• El alma se espanta.
• El corazón se angustia (Esto se manifiesta como una constricción en el pecho en la zona del estómago).
• El alma sufre dolores y pide con humildad
• El alma expresa arrepentimiento verdadero.
• El alma le pide a Dios (con un amor crucificado) que tenga piedad y misericordia.
• Entonces aquí el espíritu empieza a despertar dentro de su vesícula en la que antes había retornado a estar inactivo.
Fuente: “La Redención” - Dádivas del Cielo, Tomo 3, versículo 15 al 16.